¿Qué ocurriría si un hipopótamo saliera del Zoo y decidiera dar un paseo?

PAULA GROS:

¿Qué ocurriría si un hipopótamo saliera del Zoo y decidiera dar un paseo?

Partiendo de la lectura en voz alta sobre la hipótesis fantástica de Rodari que hemos hecho estos días en clase y, junto con algunas de las ideas que la profesora nos sugirió, he decido crear mi propia narración imaginaria y compartirla con vosotros en el blog. Espero que os guste.

“Erase una vez un pequeño hipopótamo que un día decidió salir del Zoo. Lo primero que hizo fue dar un breve paseo por el parque para relajarse y olvidarse un rato de su ajetreada vida en el Zoo expuesto a los ojos de todos los seres humanos que por allí pasaban a visitarle. Más adelante, cansado de tanto andar, se sentó en un banquito en el parque a comer un helado de nata con chocolate y a observar a los niños que, en ese momento, estaban jugando cerca de él. Lo que él no se esperaba era que aquellos niños que vieron como el pequeño hipopótamo estaba solo y aburrido en un banco lo invitaran a jugar “¿Cómo voy a negarme?” pensó y más rápido que un rayo se unió a ellos para jugar un partido de fútbol. Pasado ya el medio día, como ya estaba cansado de jugar y sus tripas estaban rugiendo como si de un león se trataran decidió que ya era hora de irse a comer así que paró en el primer restaurante que encontró pero, antes de entrar, se dio cuenta de que no tenía dinero para poder pagar “¿Qué hago ahora?” pensó el pequeño hipopótamo y justo, en ese momento, vio que unos metros más a la derecha había un hombre tocando una guitarra y, delante de él, un sombrero en el que la gente le echaba dinero. Así que, el pequeño hipopótamo, decidió unirse a este hombre: el señor tocaba la guitarra y él, mientras tanto, bailaba al son de la música. En dos horas habían conseguido una gran cantidad de dinero que repartieron a partes iguales y de regalo por haberle ayudado, el amable señor, le regaló su sombrero para que nunca le olvidara. El hipopótamo estaba muy feliz: se lo estaba pasando muy bien y, además, ahora ya podía irse a comer. Cuando terminó su comida, ya a media tarde, el hipopótamo comenzó a tener mucho pero que mucho calor así que decidió terminar por hoy su salida del Zoo y volver a éste para darse un buen chapuzón en su gran charca y contarle a todos sus demás amigos lo que había hecho. Así pues comenzó su camino de vuelta a casa con su sombrero nuevo y, mientras tanto, solo pudo pensar en una cosa “Mañana vuelvo a salir”.

PAULA GROS