VANESA AIBAR HORRILLO DEL 3º CURSO DE MAGISTERIO INFANTIL (GRUPO 1)
La idea de escribir este binomio fantástico surge durante la lectura de uno de los capítulos de “Gramática de la fantasía” de Rodari. A pesar de parecerme una lectura diferente y chocante en algunos puntos, enseguida me llevó a imaginar una historia con un perro y un armario que pudiera sucederme a mí, y aquí está el resultado.
BINOMIO FANTÁSTICO: PERRO-ARMARIO
Cuando llegue a casa y me dirigí hacia el armario de la entrada para dejar el paraguas, pues había estado toda la tarde lloviendo, la puerta del armario estaba entreabierta y se escuchaba un gemido peculiar. Abrí la puerta y en un rincón del armario encontré un perro. Estaba acurrucado y no tendría más de tres años, era una perra de raza cocker. Su pelaje suave y similar al marrón de las hojas que se caen en otoño parecía estar sucio y mojado. Las orejas largas le colgaban sedosas a los lados de la cabeza y sus ojos me miraban con tristeza. Pensé cómo podía haber llegado hasta mi armario, pero rápidamente dejé mis pensamientos a un lado y me dispuse a cogerlo entre mis brazos; se me ocurrió que quizá pudiera asustarse y morderme, pero por el contrario permaneció quieto y tranquilo, y pude cogerlo sin problemas. Cuando ya lo tenía entre mis brazos, me fije en una de sus patas delanteras, tenía una herida superficial. En ese momento cavilé que hacer con él, en ninguna de las ideas que se me pasaron por la cabeza estaba abandonarlo o llevarlo a una perrera; así que con una toalla lo envolví y lo deje tumbado en mi sofá. Cogí de nuevo el paraguas y salí a la calle.
A mi vuelta, me esperaba en la puerta meneando el rabo como si me conociera de toda la vida y su expresión de tristeza había sido sustituida por una de alegría; o eso me pareció a mí. Quería que le siguiera a alguna parte de la casa, así que deje en el suelo la bolsa que traía con vendas, comida y jabón desparasitante y le seguí. Para mi sorpresa volvió a meterse en el armario de la entrada e introdujo el hocico en una vieja caja de zapatos. Con curiosidad la saqué del armario y para mi sorpresa había cuatro cachorros, los saqué uno a uno de la caja y cuando me quise dar cuenta correteaban por mi salón. Todavía sorprendida lleve a la madre hasta el cuarto de baño y utilizando el jabón desparasitante la bañé, en cuanto terminé le curé y vendé la herida de la pata; cuando la dejé en el salón con sus cachorros parecía ser otra perra diferente de la que había encontrado en mi armario. Bañé también a los cachorros y al acabar me senté en el sillón cercano a la ventana; estaba cansada y todavía llovía, se me había hecho muy tarde pero al observarlos mientras comían felices me di cuenta de que había merecido la pena. Mientras mis ojos se iban cerrando, de nuevo me vino a la cabeza el mismo interrogante: ¿cómo habrán llegado hasta aquí?
Un tremendo trueno me despertó en medio de la noche; me había quedado dormida en el sofá. Mientras me incorporaba y me espabilaba, me acorde de la perra y sus cachorros y los busque con la mirada. Sin embargo, no estaban y tampoco había rastro de todas las cosas que había comprado para ellos. ¿Habían desaparecido tan repentinamente como aparecieron o acaso todo había sido un sueño?
VANESA AIBAR HORRILLO DEL 3º CURSO DE MAGISTERIO INFANTIL (GRUPO 1)
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