PATRICIA ANDRES GALINDO
Considero que soy una persona a la que le gusta leer, siempre me ha gustado. Creo que leo todo tipo de géneros de novelas pero quizá las que más me gustan son las que tienen algo de fantasía.
En cuanto en clase se propuso el binomio fantástico de perro-armario, el armario me recordó a “Las Crónicas de Narnia. El león, la bruja y el armario” en la que los protagonistas entran a Narnia por un armario, el paisaje nevado lo describí por la última saga de libros que me he leído “Canción de hielo y fuego” en la que uno de los reinos (Invernalia) suele estar nevado, así como el detalle de las flores azules también se me ocurrió por leer esos libros, ya que es una flor que describen en la novela. Por último el final es en referencia a “Alicia en el País de las Maravillas”.
En conclusión me decidí por el binomio fantástico de perro-armario, porque en seguida relacione la palabra armario con “Las Crónicas de Narnia. El león, la bruja y el armario” intenté inventar otro binomio para hacer una historia algo menos fantástica, más realista, pero no se me ocurría nada bueno, no me terminaban de gustar las historias que se me ocurrían así que finalmente opté por escribir la historia que le envié incluyendo detalles algunos de los libros que he leído, como he explicado anteriormente.
Patricia Andrés Galindo
3º Magisterio Infantil. Grupo I
Binomio fantástico
El perro y el armario:
El día había pasado normal, sin ninguna sorpresa, como suelen pasar todos los días…hasta que llegué a casa. Todos los días al llegar a casa me encontraba a mi perro esperándome en la puerta, listo para jugar, como suelen hacer todos los perros del mundo. Sin embargo ese día no fue así y preocupada por saber que había sido de mi perro recorrí toda la casa en su busca. Miré debajo de camas y de mesas, en todas las habitaciones y ni rastro hasta que pasé junto a un armario que casi nunca abrimos y en el que guardamos la ropa de invierno o que ya no nos sirve, cuando pasé junto a ese armario escuche gruñidos y ladridos tras la puerta, así que decidí abrirla mientras pensaba cómo se había podido meter allí un perro solo.
Sin embargo cuando abrí la puerta no me encontré lo que cabría esperar de un armario, en lugar de un armario, parecía una puerta que daba al exterior, solo que el paisaje que estaba viendo no se parecía en nada a mi ciudad, era un bosque, con un camino que se adentraba en él y estaba todo cubierto de nieve. Pensareis que podría haber sentido miedo y que lo lógico hubiera sido cerrar la puerta y ponerme a hacer otra cosa pero no sentí nada de eso, solo curiosidad y ganas de encontrar a mi perro así que seguí el camino y me adentré en el bosque, a pesar de estar todo nevado no hacía frío. Me fije que a los lados del camino crecían unas pequeñas flores azules, si no fuera por ellas el único color que habría en ese sitio seria el blanco.
Recorrí unos pocos metros y ahí estaba mi perro detrás de un árbol esperando como si nada de eso fuera extraño, nos alegramos de encontrarnos y estuvimos jugando hasta que para descansar, nos sentamos en la nieve. Nos debimos de quedar dormidos porque lo siguiente que recuerdo es despertarme en mi cama, al día siguiente, mi perro dormía en el suelo al pie de mi cama, todo era normal, como todos los días. Fui hasta el armario y lo abrí, y me sorprendí de que dentro solo había lo que cabría esperar de un armario: ropa y otras cosas guardadas. Sin embargo cuando volví a mi habitación sobre la mesilla había una de esas flores azules del camino del bosque y mi perro me miraba y parecía sonreírme como si solo él y yo conociéramos un secreto.
Patricia Andrés Galindo
3º Magisterio Infantil. Grupo I
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