Grado de Maestro de Educación Infantil

sábado, 3 de noviembre de 2012

¿Es útil el dictado?

Hace un par de días en clase salió el tema del dictado, y de lo que suponía para nosotros. Casi todos coincidimos en que lo recordábamos como un momento de estrés y ansiedad, en el que el profesor empezaba a dictar un texto que jamás habíamos leído, sobre un tema que normalmente no tenía nada que ver con lo que estábamos trabajando en la unidad, y que contenía palabras indescifrables que jamás habíamos visto o escuchado.
Por ello, me surgió la duda de que si el dictado era realmente una actividad útil que realizar en un futuro con mis alumnos, o por el contrario, y recordando mis sentimientos hacia el mismo podía suprimirlo por otras actividades en las que se trabajara la ortografía de forma diferente (ejercicios de rellenar vacíos, cambio de oraciones, redacción, resúmenes…).
Investigando un poco sobre el tema, me he dado cuenta de que la mayoría de los artículos que he encontrado defienden el dictado. Sin embargo, lo usan de forma muy diferente a la que estamos acostumbrados. Casi todos coinciden en que el dictado debe dejar de ser un ejercicio meramente evaluador, para lo que debemos poner énfasis en otros aspectos como la comprensión, el trabajo del alumno, la transcripción, la selección del texto… para conseguir que sea una actividad motivadora.
Para ello, los pasos a seguir en un dictado son:
1.       Elegir un texto agradable y adecuado a la edad e intereses de nuestros alumnos, que los alumnos podrán leer e incluso conversar sobre su argumento. Así se evita el dictado aislado e inconexo sin hilo conductor.
2.       El profesor leerá el párrafo seleccionado de forma clara y pausada y después escribirá en la pizarra las palabras o frases que sean objeto de dudas para que los niños las fijen visualmente (después podemos dejarlas como apoyo o borrarlas).
3.       El profesor procederá a dictar el párrafo. Irá despacio y dictando las frases completas, con sentido y claridad. Una vez terminado el dictado, se volverá a leer el texto para que los alumnos puedan corregir errores u omisiones.
4.       Corrección (se puede realizar de diferentes maneras): salir diferentes niños a la pizarra e ir escribiendo las distintas frases del párrafo correctamente, corrigiendo y explicando los errores (corrección colectiva), señalar los errores en el cuaderno con diferente color al usado para escribir el dictado etc.
No es conveniente que escriban las palabras erradas muchas veces pues se cansarán y tenderán a hacerlo sin prestar atención.
5.       Los alumnos podrán plasmar en dibujo las palabras o frases equivocadas, así lo fijarán más en la mente recordando su imagen plástica.
Como podéis observar, se trata de un dictado muy diferente a los que nosotros estábamos acostumbrados. Desde mi punto de vista, es mucho más significativo, y se ve como una actividad más y no como un momento de tensión.

Por otro lado, es interesante variar en la forma  de hacer los dictados, para que los alumnos no tengan esa sensación de monotonía:
-          Variar la técnica de “dictar”: dictado de un cd o un vídeo, que un alumno dicte…
-          Variar el tipo de texto: noticias, anuncios, correspondencia, entrevistas…
El cuento ortográfico, por ejemplo, es un recurso eficaz ya que todos los niños habrán leído el cuento puesto que está en la biblioteca del aula, entenderán su argumento, comprenderán todas las palabras que aparezcan y habrán visto en numerosas ocasiones su ortografía.
-          Variar la interacción y los papeles: individualmente, por parejas, en grupo pequeño…variando quién dicta, quién apunta, quién corrige…
-          Dar al alumno un papel activo: que dicte y corrija, que seleccione los textos, que invente textos para dictar a sus compañeros, proponga formas de corregir etc.

La verdad que la mayoría de estas opciones no se me habían ocurrido (quizás por mi concepto de dictado) pero me parecen muy interesantes y atractivas. De esta forma, podemos conseguir que el dictado sea una actividad divertida, y que no se relacione con la evaluación o con la memorización de reglas ortográficas.

Cristina Alastrué

Bibliografía:

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