¡Hola compañeros/as!
Quiero compartir con vosotros la lectura del libro “Mi escuela sabe a naranja” de M. Carmen Díez Navarro (2011). Lo leí hace algunos años y recomiendo su lectura ya que es un libro donde la maestra nos explica muchas experiencias que ha tenido con sus alumnos/as y actividades que ha realizado con ellos/as. En este libro, la autora refleja su metodología de trabajo por proyectos en un aula de tercero de infantil.
Dentro de la obra, se puede entrever el interés de la maestra en que sus alumnos expresen y comuniquen. Constantemente les permite entablar diálogos, conversaciones que favorecen su expresión lingüística, compartir ideas, conocimientos, tomar decisiones. Todo esto conlleva un enriquecimiento entre iguales y adulto que permite desarrollar en el niño nuevos aprendizajes y estrategias.
Una de las actividades que realizan es “El restaurante de todos” donde la autora nos cuenta que Juan, un alumno, llegó un día contando al colegio que sus padres habían abierto un restaurante, y con esto les vino la idea de que ellos también podían hacerlo.
Se pusieron manos a la obra y comenzaron a buscar y hacer todos los preparativos que necesita un restaurante; hicieron gorros, delantales, buscaron la vajilla, los cubiertos, bandejas y demás utensilios necesarios. Con todo esto, solo les faltaba el nombre, el cual fue elegido por votación y fue llamado “Aire libre”.
El día de la inauguración cada uno tenía asignado un papel y durante toda la mañana cada uno atendió su puesto de manera muy educada y responsable, ¡como si fueran mayores! Ese día pasaron por el restaurante padres, profesores y alumnos de otras clases.
Mari Carmen también les enseñó lo que era la propina, a enumerar las mesas para no hacerse un lío a la hora de repartir las comidas, a hacerse sus propios gorros, delantales, a distribuirse distintos papeles de trabajo… y lo principal y personalmente lo que más me llamó la atención fue la actitud de los alumnos al trabajar, ninguno se enfadó por el papel que le tocó, no tuvieron conflictos a la hora de compartir los instrumentos de trabajo y atendieron perfectamente a todo el que llegaba sin peleas por querer atender a todo el mundo a la vez.
Para finalizar, os dejo con estos versos que aparecen en el prólogo del libro.
Érase una vez, no dos veces, ni
tres veces, sino una sola vez y
nunca más una reina que
adelgazaba… demasiado. El rey
se asustó y sus médicos
recetaron mil remedios, pero la
reina moría. El rey vio a la
mujer, feliz, del jardinero y le
preguntó el porqué. “Le doy la
carne más barata, mi rey, la de
lengua”. Entonces el rey dio a
probar a la reina lenguas de
raros animales, pero ella seguía
muriendo. Desesperado, ordenó
al jardinero que se llevara a la
reina con él y le diera de la
carne milagrosa. Y la reina se
curó. El rey, emocionado, pidió
al siervo una explicación: “Le di
carne de lengua señor: la dejé
hablar y la escuché”.
Hilda Weissmann.
CRISTINA ÁLVARO.
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