Carla
Coletas era una niña buena, un poco callada y reservada. No hablaba
mucho, en parte por vergüenza, y en parte también porque a veces no
sentía que tuviera nada interesante que decir. Pero el año que Carla y
su familia se cambiaron de casa, todo eso cambió.
Cuando llegó a la nueva casa, Carla descubrió un gran desván lleno de
trastos viejos, al fondo del cual había un gran baúl en el que encontró
todo tipo de cosas extrañas; y al fondo, debajo de todas ellas, encontró
algo especial: era un libro antiguo, con las tapas muy gruesas y
pesadas, escrito con letras doradas. Pero lo que lo hacía especial de
verdad, era que podía brillar en la oscuridad y que de la forma más
fantástica y mágica, el libro flotaba en el aire, y no necesitaba estar
apoyado.
Carla llevó el libro a su cuarto y lo escondió hasta la noche, poniendo a
su perrito a vigilar. Y cuando estuvo segura de que no vendría nadie,
se sentó junto a su perro y comenzó a leer. Era un libro de cuentos,
pero casi no pudo leer nada porque al poco su perro comenzó a hablarle:
- ¡Qué libro más interesante has encontrado!, tiene unos cuentos muy bonitos!
Carla no se lo podía creer, pero su perro seguía hablando con ella,
contándole cosas y haciéndole mil preguntas. Finalmente, la niña pudo
reaccionar y preguntar
-Pero, ¿cómo es que estás hablando?
- No lo sé- dijo el perro ahora yo sólo digo lo que antes
pensaba... para mí no ha cambiado mucho, pero supongo que habrá sido
este libro raro
Carla decidió investigar el asunto, y se le ocurrió enseñar el libro a
otros animales. Uno tras otro, todos comenzaban a hablar, y en poco
tiempo, Carla estaba charlando amistosamente con un perro, tres gatos,
dos palomas, un periquito y cinco lagartijas. Todos ellos hablaban como
si lo hubieran hecho durante toda la vida, y ¡todos decían cosas
interesantísimas! ¡Claro, chica!, le decía el lagartijo Pipón, ¡todos tenemos una vida increíble!
Durante algunos días, Carla Coletas estuvo charlando y charlando con sus
nuevos amigos, y disfrutaba de veras haciéndolo, pero un día, sin saber
ni cómo, el libro desapareció, y con él también lo hicieron sus amigos
los animales con sus voces. Carla buscó por todas partes, pero no hubo
forma de encontrarlo, y a los pocos días, echaba tanto de menos las
animadas charlas con sus amigos, que no podía pensar en otra cosa.
Entonces recordó lo que le había dicho Pipón, y pensó que ella casi no
hablaba nunca con sus compañeros del cole y otros niños, y ¡seguro que
todos tenían una vida increíble!. Así que desde aquel día, poquito a
poco, Carla fue hablando más y más con sus compañeros, tratando de saber
algo más de sus increíbles vidas, y resultó que, sin apenas darse
cuenta, tenía más amigos que ningún otro niño; y ya nunca más le faltó
gente con la que disfrutar de una buena charla.
Con este cuento se puede ver la importancia de la comunicación en las primeras edades, lo difícil que puede llegar a ser para un niño mantener una conversación con sus compañeros y la amistad que pueden crear entre ellos. Gracias a la ayuda de un "simple" libro se puede llegar a imaginar los amigos que todo niño ansia tener, y gracias a eso Carla se fue abriendo a sus compañeros de clase.
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